Por María Güiraldes*
En el marco de la presentación del Proyecto Kemble, Mirabaires tuvo el agrado de conversar con la licenciada en Artes y curadora Florencia Battiti acerca del artista y el proyecto que, junto a Justo Pastor Mellado –magister en Filosofía, crítico de arte y curador chileno–, buscan impulsar.
Como artista plástico, Kenneth Kemble siempre se manejó en el terreno de la abstracción, explorando varios de sus caminos posibles. Muy ligada a la técnica del collage, la obra de Kemble, aunque reformulada, nunca perdió aquella esencia compositiva –“exquisita y equilibrada, pero llena de tensión y sorpresa”–, que siempre la caracterizó.
En el marco de la presentación del Proyecto Kemble, Mirabaires tuvo el agrado de conversar con la licenciada en Artes y curadora Florencia Battiti acerca del artista y el proyecto que, junto a Justo Pastor Mellado –magister en Filosofía, crítico de arte y curador chileno–, buscan impulsar.
Como artista plástico, Kenneth Kemble siempre se manejó en el terreno de la abstracción, explorando varios de sus caminos posibles. Muy ligada a la técnica del collage, la obra de Kemble, aunque reformulada, nunca perdió aquella esencia compositiva –“exquisita y equilibrada, pero llena de tensión y sorpresa”–, que siempre la caracterizó.
Sin embargo, pocos saben que aparte de ser un artista talentoso, Kemble era un profundo (e incisivo) pensador del arte. Es sobre esta dimensión en la que hoy se detiene el proyecto presentado ayer en el Hotel Alvear.
¿El objetivo del Proyecto Kemble? Reunir en una edición, la totalidad de los artículos de crítica de arte que durante 1960 y 1965 el artista, en su faceta de crítico, escribió para el diario Buenos Aires Herald. Y en otra, todos los textos en los que Kemble se refirió a la construcción de su propia obra.
Así, el proyecto se propone aportar una lectura renovadora de una trama histórica en la que Kemble ejerció un protagonismo activo, tanto a partir de la textualidad de su propia obra, como a través del ejercicio de la escritura.
El artista
¿Cómo describirías a Kenneth Kemble?
Lúcido, ácido, con una enorme sensibilidad, formalista –la composición y la forma siempre fueron importantes para él–, arriesgado y, a veces, un poco soberbio.
¿Qué lo diferencia de artistas más actuales?
Posiblemente su formación académica, algo que ahora los artistas jóvenes ya no buscan. No lo digo en sentido peyorativo: hoy por hoy, la “artisticidad” de una obra pasa por otra parte, no necesariamente por contar con una formación sólida, como la que tenía Kemble.
Su obra es potente, su poética completamente propia. ¿En dónde se pone de manifiesto su grandeza como artista plástico?
Creo que Kemble fue muy curioso y la curiosidad y la experimentación son fundamentales en un gran artista. Además, tenía eso que solemos denominar talento.
El informalista
¿Por qué la relación entre Kemble y el Informalismo es tan potente y significativa?
Porque fue uno de sus mayores exponentes y porque el Informalismo en la Argentina fue un movimiento que abrió las puertas hacia experiencias muy radicales, como el objetualismo, las ambientaciones, los happenings e incluso el arte conceptual. A mi entender, Kemble y Greco –cada uno de manera muy personal y diferente–, fueron “abrepuertas”, figuras que con su accionar marcaron un antes y un después en la práctica del arte argentino.
¿Sobre qué reflexionaban los Informalistas?
Brevemente, para los informalistas más experimentales –como Kemble, Greco, Wells y por un tiempo, Santantonín– era importante valorizar materiales de desecho, como materiales aptos para construir obras de arte.
¿En qué sentido el Informalismo marca una ruptura en la historia del arte argentino?
Sus propuestas atacaban, directamente, lo que se consideraba de “buen gusto”: los cuadros de Soldi, por ejemplo, iban en una dirección que no era “artísticamente correcta” en ese momento.
El crítico de arte
El proyecto abreva sobre los escritos de Kemble. Tanto sobre sus artículos para el Buenos Aires Herald, como otros textos que prologan su propia obra. ¿Por qué es importante ‘rescatar’ estos textos del olvido?
Su rol como crítico de arte es una rareza en el ámbito artístico de entonces. Es muy interesante analizar sus textos críticos en contraste con su rol de artista y su actitud inquieta respecto a la difusión y promoción del arte argentino en el exterior, que era un tema muy en boga por los años 60. Los textos en los que discurre sobre su propia obra son interesantes desde el punto de vista de un historiador porque Kemble tenía plena conciencia del funcionamiento del mundo del arte y de los resortes que se debían tocar para hacerlo funcionar.
En sus textos, ¿cuáles son los motivos recurrentes?
La búsqueda de originalidad en el arte argentino, la propuesta de no seguir “las modas” de Europa o Estados Unidos, hacer arte argentino con identidad propia.
Dar cuenta de la producción teórica de un artista plástico de la talla de Kemble, ¿es celebrarlo?
Yo no diría que es celebrarlo, sino más bien, aprovechar su legado para la historia del arte argentino.
*María Güiraldes estudió Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires. Trabaja como free-lance para medios como Living, Sophia, In y OHLALÁ!
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